Viene bien alguna vez no madrugar demasiado, siendo la cima cercana y no por ello carente, de ingredientes cotidianos que dan a nuestras salidas un contenido especial.
El retorno de personas que hace tiempo no venían, presagió elocuentemente una jornada propicia donde recordamos sendas que anduvimos otras veces, mostrando distintas vistas y evocando unos caminos donde también fuimos fieles a disfrutar del entorno, de la querida montaña y de la gente valiente.
Dos cimas al precio de una, un tiempo de enamorar, y un vermut acariciado por un sol de primavera, fueron broches de clausura, que más que cerrar, abrieron, la puerta de otra aventura.
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