Venimos comprobando habitualmente que el poder de convocatoria en
sábado merma de forma sensible la afluencia de participación. En el caso de
esta salida, y después de evaluar resultados (con criterio de quien mide),
pensamos en la posibilidad de repetir esta aventura dada la belleza e interés
intrínseco que tiene de aportar un disfrute seguro. Anotado queda.
Casi pareció posible que no iba a acompañarnos, aunque después del almuerzo, en encuentro frío y húmedo, nos condujo hasta la meta el anunciado y prematuro invierno.
Menos mal que esta gente, partícipe en fondo y forma de un tesón incuestionable, supo despegar la lluvia que a la senda se agarraba en un abrazo fatal.
Unas vistas increíbles, una camaradería habitual y un ágape final que a nadie dejó indiferente, pusieron broche de oro a esta aventura de Izarbe que con música celta de fondo, aquí os queremos mostrar.